“Borracho, borracho, borracho”
Así,
al parecer, constaba como razón para la deportación que Malcolm
Lowry sufrió por parte de las autoridades mexicanas en el verano de
1938. Y es que para bien o para mal, la bebida siempre había estado
ligada a su vida, y en su prosa oscura y densa, la había
interiorizado de tal manera que su dipsomanía se convirtió en el
tema central de sus mejores obras.
Es
curioso que un escritor que ha colocado una obra como “Bajo el
volcán” entre las veinte mejores novelas de la historia para
muchos críticos especializados, sea un gran desconocido para los
lectores a pie de calle. Tal vez su estilo no sea el más fácil de
seguir de los grandes novelistas de habla inglesa, pues a veces su
acción es difusa, mareante, un tanto kafkiana. Los vapores etílicos
impregnan las páginas hasta contagiar al lector su embriaguez.
Lowry
nació en 1909, en el seno de una acaudalada familia inglesa. Estudió
filosofía en Cambrigde y con apenas 18 años se enroló en un barco
mercante que seguía la ruta asiática, Shanghai, Hong Kong,
Singapur... Después de una singladura de un año, y fruto de sus
peripecias a bordo, escribe su primera novela “Ultramarina”, una
obra de juventud influenciada por sus lecturas de aquella época.
La
historia trata de un aprendiz de marino que lucha por ganarse el
reconocimiento de la ruda tripulación que lo desprecia al
considerarlo un novato que se enrola por capricho. Relata la vida a
bordo del Oedipus Tyrannus (que sería lo que entre nosotros Edipo
Rey) entre las rencillas de los marineros y las visitas a las
tabernas y prostíbulos portuarios.
Tiene
fama Macolm Lowry de ser un autor maldito entre los malditos, y ya en
esta primera época comienzan a darse síntomas de su evidente mala
suerte. Tiene que reescribir de nuevo la novela, pues al editor le
roban su maletín con la única copia de la novela en su interior.
Según Lowry había tirado todos los manuscritos anteriores, aunque
al parecer un amigo suyo consigue rescatar una copia previa de su
papelera. Las perdidas de manuscritos y calamidades de esa índole se
prolongaría a lo largo de toda su vida: la única copia de “Bajo
el volcán” conseguiría recuperarla milagrosamente de un incendio
de su cabaña en la Columbia Británica, no sin antes sufrir graves
quemaduras al caerle una viga ardiendo sobre su espalda. Hace unos
años, se ha conseguido rescatar una copia de “En lastre hacia el
Mar Blanco” recuperada de un cajón polvoriento y pasada a máquina
por Jan Gabriel, una de sus esposas. Esta novela, Lowry, la había
dado por perdida al quemarse la que creía su única copia en el
incendio antes mencionado. Este extravío le causó un gran
sufrimiento a lo largo de toda su vida.
Con
poco más de veinte años, Lowry ya tiene una adicción fortísima
por el alcohol. En 1933, su amigo y novelista Conrad Aiken y su mujer
se lo llevan de vacaciones a España. Llegan a Gibraltar, donde al
parecer, Malcolm lee el “Ulyses” de Joyce, y visita Andalucía.
En
Granada y concretamente en los jardines del Generalife, Lowry conoce
a una neoyorquina de gran belleza, Jan Gabriel cuyas pretensiones
eran ser escritora y actriz. Terminarán casándose en París, aunque
rápidamente ella se da cuenta de su vida tormentosa y tras algunas
infidelidades termina regresando a Nueva York, mientras Lowry se
pierde una temporada en las tabernas de los bajos fondos de Londres.
Sin un céntimo, su padre, un rico comerciante de algodón le costea
el viaje a América en el trasatlántico Aquitania y una cura contra
su alcoholismo en el Hospital Bellevue de Nueva York.
Lowry
sigue a su esposa hasta Hollywood, donde durante una época se
mantiene escribiendo guiones y dándole a la botella. A finales de
1936, viaja a Méjico junto con su mujer, y se instala en Cuernavaca,
con intención de salvar su matrimonio, pero se hunde en una profunda
fase de alcoholismo, y finalmente es abandonado por su mujer que se
divorcia definitivamente.
El
escritor permanece en Oaxaca hasta su deportación sumergido en su
delirio autodestructivo, pero en sus instantes de lucidez comienza la
escritura de una de las obras culmen de la literatura: “Bajo el
volcán”. En ella, y como trasunto de sí mismo relata la vida de
Geoffrey Firmin, ex-consul británico en Cuernavaca, su mujer Yvonne
(inspirada en Jan Gabriel) su hermanastro Hugh, durante el día de
muertos de 1938. Se narra como el matrimonio pretende recuperar
su relación, jalonada de infidelidades y borracheras.
La
historia es un verdadero descenso a los infiernos, por parte de su
protagonista, que es el propio autor, que pretendía en origen
escribir una trilogía que pasara por el Purgatorio, el Paraíso y
finalmente el infierno, pero que posteriormente resultó integrado
todo ello en “Bajo el volcán”.
Es
una novela fuertemente simbólica, que arrastra repetitivamente
varias frases, hechos y pasajes a lo largo de toda la obra. Un
elemento simbólico fundamental aparece personificado en el volcán
Popocatépetl, que como una estática Moby Dick jalona continuamente
la narración. Otros son, la guerra civil española, que anticipa el
infierno bélico que destruirá Europa y que colorea el trasfondo de
la obra con un matiz bélico e ideológico. También es recurrente,
el ecologista cartel que dice: “Le gusta este jardín que es suyo?
Evite que sus hijos lo destruyan.”
Toda
la novela posee un denso y crudo desarrollo, rodeado por todas partes
de alcohol, tequila, mezcal sobre todo, y que a pesar de su
trayectoria abocada a un paulatino hundimiento y ahogo, se percibe en
ella la necesidad de emersión y de salvación de su protagonista.
Una
obra sin parangón, que fue repudiada hasta trece veces por diversas
editoriales, y que después de diez años, cuatro re-escrituras,
pérdidas de manuscritos y múltiples circunstancias, consiguió ver
la luz en 1947. Nadie ha conseguido trasladar el abismo de la
adicción a la botella como Malcolm Lowry, que aun tuvo tiempo antes
de su muerte acaecida en extrañas circunstancias diez años más
tarde, de regresar al escenario de su novela central en “Oscuro
como la tumba donde yace mi amigo”, una obra donde retoma a través
de un viaje a Méjico, una tumba y las tinieblas del pasado, el hilo
de la búsqueda del averno y de la oscuridad que en realidad habitan
en sí mismo.
Malcolm
Lowry se casó nuevamente en 1940 con otra actriz y escritora, Maggie
Bonner, y se instaló en una cabaña en la playa cerca de Dollarton,
en la Columbia británica. Viajaron juntos por Europa, el Caribe y
Estados Unidos, y Lowry siguió bebiendo de manera febril, alternando
épocas convulsivas de borrachera, con etapas de intenso trabajo
literario que derivó a partir de 1954 en una nueva sucesión de
capítulos etílicos durante su estancia en Londres que finalizó con
su muerte en 1957, que al parecer se debió a una mezcla letal de
alcohol y antidepresivos.
Además
de las ya citadas, “Ultramarina”, “Bajo el volcán” y “En
lastre hacia el mar Blanco”, dejó algunas otras novelas como
“Escúchanos ,oh Señor, desde el cielo, tu morada” o “Piedra
infernal” en la que un alcoholizado pianista de jazz, peregrina en
Nueva York por las tabernas del puerto, hasta que termina en un
hospital psiquiátrico, en el que no sabemos si es una cárcel, un
barco o el mismo infierno, rodeado de marineros, borrachos y
deshauciados. Una vez le dan el alta, regresa de nuevo a las tabernas
portuarias en un viaje sin retorno... o tal vez de eterno retorno?
Lowry
dejó además una buena colección de poemas, recogidos tras su
muerte, en 1962 en la obra “Select Poems”. Una muestra:
SIN
TIEMPO DE PARARSE A PENSAR
La única esperanza es el próximo
trago.
Si te apetece puedes dar un paseo.
Sin tiempo de pararse a
pensar,
La única esperanza es el próximo trago.
Inútil
titubear en el límite,
Peor que inútil todo este hablar.
La
única esperanza es el próximo trago.
Si
te apetece, puedes dar un paseo.
Y
para finalizar, extraído de uno de sus poemas:
“Malcolm
Lowry
vivió
de noche, bebió de día
y
murió tocando el ukelele.”
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